Visite Poncelet Cheese Bar invitada por su agencia de comunicación, el aspecto gastronómico cabe decir que es un restaurante cuya base son los quesos, los cuales me enloquecen, pero estamos aquà para hablar de decoración, asà que me ceñiré estrictamente a este aspecto. El proyecto de decoración del local merece una especial mención, ya que han conseguido que sea alegre sin recargar, dando rienda suelta al espacio consiguiendo que dé la sensación de que es infinito, y perfilando
un entorno muy cómodo y agradable en el que comer se convierte en un ejercicio relajado.
El local se divide en dos plantas, abajo el restaurante, y arriba
una biblioteca que merece capÃtulo aparte. La planta baja, muy amplia, tiene forma de L, con una zona que da acceso a la parte de arriba, una barra, y un ancho paso con una fila de mesas en bancada asistidas por
sillas de tapizados diferentes, decorado con maderas claras y muebles de inspiración nórdica. Llama la atención la claridad, una constante en este local, conseguida a través una muy acertada iluminación, el blanco de las paredes, y el suelo de madera clara.
El banco que recorre la pared está
tapizado en blanco roto, suavizado por cojines en tonos cálidos: verde, caldero, mostaza, y enmarcado por un mural blanco en relieve por el cual se cuela directamente del techo un chorro de luz.Tras esta primera zona, entramos en la gran sala del restaurante, acogedora y luminosa, llena de contrastes en el mobiliario, con rincones pensados para abstraerse y distanciarse. La gran sorpresa está en una de las paredes, con un espectacular muro vegetal que convierte la sala en una pequeña selva controlada,
un jardÃn vertical que nace de los respaldos de otro de los bancos corridos, iluminados estos por unas livianas lámparas.Ya lejos de las paredes, una celosÃa verde y amarilla separa visualmente un pequeño recodo del comedor, y en el centro vemos varias mesas flanqueadas por sillones de colores.
Una estanterÃa de madera ocupa una de las paredes, conteniendo distintos objetos, como botellas, queseras, y unos hatillos de madera de pino. Frente a ella, una fila de
lámparas suspendidas, de diferentes formas y un mismo color, se agrupan y ofrecen un interesante punto de atención, además de iluminar una larga mesa común. En una de las esquinas se sitúa la cava de quesos, un espacio en el que se guardan y almacenan los ejemplares que se encuentran en la carta. Delimitada en cristal y madera, y con forma de diamante, el interior es visible desde el comedor, y delante de ella se dibuja una elegante barra circular complementada por butacas con tapizados en color púrpura. Los techos son muy altos, cuentan con alguna
entrada de luz natural, y se resaltan con dibujos
La planta de arriba acoge una biblioteca preparada para degustar quesos mientras se disfruta de la lectura de algunos de los volúmenes que allà se encuentran, dedicados en exclusiva al mundo del queso. Un suelo rayado hace de anfitrión para un grupo de butacas pertrechadas con su correspondiente lámpara, y unas mesitas auxiliares, una buena
armonÃa de colores y formas distinto geométricos en colores suaves. En algunos rincones, las paredes simulan unas ventanas de barco, en las que se ven las caras de unas vacas, un detalle divertido y todo un guiño al origen del queso.
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